En la actualidad, existe una creciente polarización social y política en el mundo y también una reacción intensificada contra las iniciativas que hablan de justicia e igualdad, así como de las ampliaciones y la accesibilidad a los programas de diversidad y equidad (1). Estos son temas que promueven la adopción de perspectivas, un componente clave de la comprensión de la empatía (2). Hemos visto aumentos de las disparidades sociales que afectan a las comunidades BIPOC, con un aumento de los delitos de odio (3); parece que nos estamos convirtiendo en una cultura que prefiere estar en los extremos, ya sea de naturaleza combativa o simplemente cancelando lo que no nos resulta atractivo (4).

Confiamos en que nuestras instituciones educativas produzcan individuos justos y empáticos que creen y contribuyan a sociedades equitativas. El papel que desempeñan es cada vez más complejo y exigente (5). La deserción de docentes sigue siendo una preocupación para los líderes escolares y los responsables de las políticas en muchos países, ya que los docentes abandonan la institución antes incluso de alcanzar su plena capacidad en el campo (6). Si a esto le sumamos el aumento inherente de la diversidad en muchas naciones con los cambios demográficos previsibles y los cambios culturales que los acompañan, podemos suponer el efecto que tendrán las escuelas públicas y privadas (7). Esto significa que los docentes deberán ser más empáticos y conscientes en sus marcos educativos (8).